INSTITUTO PERE MATA
Hace unos días visitamos el Instituo Pere Mata de Lluís Domènech i Montaner, construido entre 1897 y 1912.
Aquí os dejamos algunas fotos de la visita http://www.flickr.com/photos/c-o-r/
Al final del siglo XIX el doctor Emili Briansó y otros promotores entre los que destaca Pau Font de Rubinat, un importante intelectual catalanista muy prestigioso en Reus, decidieron impulsar un nuevo hospital psiquiátrico por poder cubrir las necesidades de la población en este campo.
Domènech y Montaner que había conocido a Font de Rubinat – que fue el primer presidente del Consejo de Administración de la Sociedad constituida en el año 1896 con el nombre de «Manicomio de Reus» que después se cambió por el actual – durante la redacción de las Bases de Manresa (ciudad en que se redactó un proyecto político que presidió Domènech i Montaner, para el futuro de Cataluña), fue el arquitecto seleccionado para desarrollar este trabajo que es actualmente uno de los conjuntos arquitectónicos Modernistas más bellos de Cataluña y el precedente del gran Hospital de Sant Pau en Barcelona.
El proyecto facultativo fue consultado con los doctores Rafael Rodriguez Mendez de la cátedra de Higiene de la Facultad de Medicina de Barcelona y con Artur Galceran Granés que había sido Director del Sanatorio psiquiátrico de Sant Boi.
La distribución de los espacios se realizó teniendo en cuenta rigurosos criterios de acuerdo con las condiciones de sexo, enfermedad y categoría social. Cada pabellón tenía que tener su propio jardín, además de los jardines comunitarios. Un paseo central separaba las dependencias de uno y otro sexo, además de ubicar el pabellón de servicios generales y la capilla.
De hecho, el Instituto Pere Mata es más que un hospital psiquiátrico, una pequeña ciudad (con una superficie aproximada de 20 hectáreas) en la que Domènech i Montaner aplicó conceptos renovados de urbanismo, planificación de espacios, ornamentación y materiales.
Domènech no sólo se preocupó del diseño del exterior de los edificios y de su distribución urbanística con pabellones rodeados de jardines en un estilo que se denominaba «â village» debido a que se inspiraba en proyectos desarrollados en Francia, sino que también diseñó todo el interior incluyendo el mobiliario.
El Instituto continúa sirviendo actualmente a los mismos propósitos. El conjunto está proyectado dividiendo las diferentes funciones en ámbitos separados con un total de 6 pabellones, posteriormente el hijo de Lluís Domènech i Montaner – Pere Domènech i Roura – construyó otros hasta un total de 14 pero no de estilo Modernista.
El pabellón de servicios generales donde se encuentran los servicios administrativos está construido en el centro del hospital y está dominado por una gran torre de 30 metros de altura que proporciona un especial carácter al conjunto y se puede ver desde muy lejos.
Los pabellones construidos por Lluís Domènech i Montaner son típicamente Modernistas, las fachadas de los pabellones son de ladrillo visto y están adornadas con cerámica realizada con diseños de Josep Triadó i Mayol y Lluís Brú i Salelles, también contienen trabajos en piedra.
Pero el pabellón más interesante es el «Pabellón de los distinguidos», acabado en el año 1908, por su riqueza ornamental y porque el mobiliario original ha sido conservado, está decorado con cristaleras y elementos de hierro forjado. El proyecto de este pabellón contenía un conjunto ornamental de tal categoría, que el presupuesto superó ampliamente el previsto, limitando la realización del resto del proyecto.
Este pabellón consta de una planta baja con tres espacios utilizados básicamente para el ocio de los internos (que sólo podían ser hombres y naturalmente de un alto nivel económico) y dos pisos de habitaciones muchas de ellas dobles para que pudieran alojar el servicio de los internos.
La planta baja consta de un salón también llamado sala de música – porque los fines de semana se hacían conciertos -, un comedor y una sala de juegos. Tal y como ya hemos adelantado, la decoración de estos aposentos es extraordinaria no sólo en los espacios comunes, sino también en las habitaciones. Encontramos por todas partes alegorías a la curación de los pacientes con elementos propios del Modernismo como formas vegetales y animales de todas clases, símbolos heráldicos catalanes medievales, etc.
También se evidencia en todas las dependencias del Pabellón de los distinguidos y en general en todos los edificios del centro el «horror vacui» o horror a los espacios vacíos, tan típico del modernismo, manifestado en la decoración que llena todas las paredes y espacios.
Domènech y Montaner tuvo especial cuidado en asegurar la higiene y el confort de los pacientes. Así podemos ver que aunque estos estuvieran en régimen de reclusión, las rejas están disimuladas, las escaleras y las barandillas redondeadas por evitar accidentes y todas las paredes (excepto en las habitaciones) están recubiertas de cerámica. Los colores de las cristaleras colaboran a crear un ambiente relajado adecuado a estos enfermos.
Textos via http://www.gaudiallgaudi.com/EA106.htm