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Finalistas premios FAD 2013 por EXPOSICIÓN DE JOYAS junto LUISA MARTÍ, DAVID FRUTOS RUIZ de LA BALLENA IMANTADA, y PATRICIA NAVARRO MAZÓN, LUIS RUBIATO BROTÓNS, JOSÉ AMORÓS GONZÁLVEZ del ESTUDIO ARN

«EXPOSICIÓN DE JOYAS: OSCAR ABBA. COMPLEJIDAD DINÁMICA»

Era la primera vez que una sala municipal albergaba una exposición de joyería contemporánea. El Ayuntamiento de Elche nos confió la gestión integral de la exposición, desde la selección de piezas hasta la comunicación del evento.

Teníamos a nuestra disposición tres plantas prácticamente diáfanas. La primera de ellas, en planta baja, con una superficie de 77 m2 y una altura total de 5 metros, hace las veces de gran recepción y reclamo a los visitantes, que deben subir expresamente a visitar el resto de plantas. Las otras dos salas son de 145 m2 y 2,50 metros, una altura más amable.

Desde el principio, concebimos el espacio como volúmenes de aire disponibles. Teniendo terminantemente prohibido apoyarse en las paredes.

Uno de los condicionantes que más nos ocupaba era el tamaño real del material que iba a exponerse.

Todas aquellas piezas de joyería cabían en una caja de zapatos (0,08 m3) y nosotros debíamos incluirlas en otra de 1.110 m3.

Estaba decidido, la pequeña caja debía explotar dentro de la grande, dejando flotando en suspensión cada elemento de su interior, cada joya.

Ahora sólo teníamos que diseñar el soporte para que las piezas levitasen en las salas, a la vez que les confirieran un entorno privado e intraspasable o, al menos, que lo pareciera.

Huíamos de las urnas, tan protagonistas y pesadas, tan poco adecuadas para hablar de diseño actual, de láminas, de aristas, de sombras y de vacíos, como lo hacían las piezas de Óscar Abba.

Además de soporte, este expositor debía proporcionar un cierto grado de seguridad de las joyas.

Tras varios prototipos, depuramos el diseño y lo vaciamos de tal modo que quedó el esqueleto de un diamante: una bandeja que soportaba la pieza, única protagonista cosida en el centro, y los tirantes que la descuelgan del techo, compensados con otros cuatro opuestos, configurando un recinto de protección ficticio.

Con la estudiada disposición a distintas alturas de estos expositores, conseguimos reproducir la misma estética de las piezas en una escala superior. Una atmósfera tintineante y aparentemente frágil provocando las mismas sensaciones que las obras expuestas.

En definitiva, obviamos las evidentes limitaciones espaciales de las salas que nos limitaban y creamos nuevos espacios donde mirar y donde mostrar. De ese modo, el observador se desliza de forma cautelosa y paciente entre los expositores y sus sombras, mirando a corta y media distancia piezas cercanas y lejanas.

La gravedad y la luz son los elementos que terminan de dar sentido a este sistema en expositivo en equilibrio.

Hubo una implosión de la convencional “caja blanca”, atributo de la sala de exposiciones por antonomasia, y se generaron pequeños entornos de observación y abstracción, diminutas arquitecturas efímeras.

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